1-A
Estamos ante un vino floral, elegante y con buen cuerpo. Con cada nueva añada el roble parece mejor integrado y la fruta algo más fresca. El conjunto es de un gran equilibrio y elegancia, con los gredosos taninos derivados de los suelos de piedra caliza dotándolo de un porte señorial. Los aromas especiados y ahumados se entremezclan con los de bayas silvestres adornando un paladar redondo y maduro. Muestra a la perfección el estilo de la casa, que busca la tipicidad del vino ribereño sin renunciar a mostrar el frescor natural de las viñas viejas plantadas al amparo del clima fresco de La Aguilera. Su mineralidad y su extraordinaria estructura le auguran un gran porvenir, mientras que su austeridad y su tacto sedoso hablan de equilibrio y refinamiento.
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